viernes, 6 de junio de 2008

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La Pincoya

















LA PINCOYA

(PLUMA,0,55X0,77 Ctms.)

La Pincoya, es conocida como la Diosa marina de la fertilidad. Es hija del Millalobo y la Huenchula. Es una mujer de gran belleza y su desnudo y maravilloso cuerpo está sutilmente cubierto o adornado de sargazos y cauquil (algas marinas). Su padre, rey de los mares, le dio la labor específica de ser ella quién fecundara los océanos obteniendodiversas especies acuáticas. Ella da fertilidad al mar. Irrumpe en las playas danzando sensualmente acompañada de una gran fauna de peces que danza y canta en su rededor. La belleza desnuda se acerca a la orilla del mar acompañada de su esposo, "El Pincoy”, de quién se dice, envuelve en éxtasis a la diosa marina con su canto y voz melodiosa, mientras la observa desde una roca en el mar. A medida que la Pincoya se muestra a los chilotes, la melodía y su ritmo sensual se hacen más intensos. La diosa posee largos cabellos dorados y turgentes pechos fecundos. Los pescadores abandonan sus labores por verla; es muy importante para ellos observarla pues esperan extasiados el final de la danza, ya que cuando la Picoya mira hacia el mar, la playa será de una abundancia prodigiosa, peces y mariscos llenarán las redes. Por el contrario, si mira a los cerros dando la espalda al mar, la pesca será escasa. A ella se atribuye la buena suerte en la pesca . Los pescadores sienten cariño por esta mujer pues cuando algún chilote naufraga, ella va en su auxilio, y si sucumbe en las aguas, ella entregará el cuerpo del infortunado a su esposo el Pincoy para que lo lleve al Caleuche, donde revivirá y navegará por siempre. Cuando la escasez de peces y mariscos en algunas playas del archipiélago se prolonga por mucho tiempo, los pescadores llaman a la Pincoya a través de una ceremonia mágica que entre el variado ritual está arrojar semillas de linaza al mar, pues se sabe que la diosa gusta de comerla. Se cuenta que su madre, la Huenchula, regresó al hogar paterno después de haber estado en las profundidades del mar por un año junto a su esposo, el Millalobo. Al recibirla sus padres, ignorantes de lo sucedido con su hija durante ese tiempo no preguntaron nada a la joven y ésta sólo les dijo que la criatura que traía envuelta y oculta a las miradas no podía ser vista por nadie. En ausencia de la Huenchula y bajo el cuidado de sus abuelos, la criatura despertó la curiosidad de su abuela, la Huenchur, quién se acercó donde descansaba la pequeñita y lentamente la descubrió de entre sus ropajes desoyendo a su hija. La Huenchur quedó perpleja pues la niña lentamente se iba convirtiendo en agua. Al llegar la Huenchula tomó a la pequeña y corrió desesperada en busca de su esposo en las profundidades del océano. Este escuchó lo acontecido de labios de su mujer y la calmó mientras emergían del fondo marino. La Huenchula, una vez en la superficie, observó una pequeña barca acercarse, miró en su interior y ahí estaba una hermosa pequeñita que su esposo dijo era la hija de ambos. Lloró de felicidad. Mientras daban el nombre a la criatura, su padre la tomó y sumergiéndola en el mar, la nombró Pincoya.

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